

Comer sano se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza, en ocasiones por falta de tiempo o incluso de ingredientes que me brinden una plato balanceado.
Sin embargo, más allá de preparaciones complejas, se trata de conocer cada alimento y lo que éste me aporta a mi cuerpo. Además de tener claro las necesidades de mi organismo. Con lo anterior y un poco de creatividad, lograrás tener tus platos balanceados y muy deliciosos.
Recuerda que un plato balanceado es aquel que te proporciona energía y nutrientes, que necesita tu cuerpo, para funcionar muy bien.
Además, que en tu alimentación diaria no puede faltar las frutas y verduras, que aportan fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes; las proteínas, bien sea de origen animal o vegetal; los cereales integrales o tubérculos, que con la fuente de carbohidratos complejos y energía sostenida y finalmente las grasas saludables, como el aceite de oliva, aguacate o semillas.
Teniendo en cuenta estos alimentos, evitarás los picos de azúcar en la sangre, sentirás saciedad y te permitirá tener un buen estado de salud.

Antes de ir al supermercado, revisa qué alimentos tienes en tu casa y qué beneficios le ofrecen a tu cuerpo al consumirlos.
Quizá en tu despensa aún guardas arroz, lentejas, garbanzos, pasta, atún; o en el refrigerados tienes los vegetales frescos, los lácteos e incluso algunos alimentos que quedaron de comidas anteriores y que aún se pueden consumir.
La clave está con combinar lo que tienes disponible, antes de realizar una nueva compra.
Una vez identificado qué tienes en casa, escoge cuál va a ser tu fuente de proteína. ¿Huevos? ¿Atún o sardinas? ¿Pollo o pescado? ¿Legumbres? Esta debe cubrir un cuarto de tu plato.
Una vez identificada la proteína, elige los vegetales o frutas que acompañarán tu plato. La mitad de tu plato debe estar compuesta por verduras y/o frutas.
Algunas ideas son las ensaladas de tomate, pepino y zanahoria; o el brócoli salteado con ajo; los pimientos y cebolla sofritos e incluso las frutas como manzanas en rodajas, rebanadas de mango o piña.
Acción seguida, no te olvides de los cereales o tubérculos, que son los carbohidratos complejos que brindan energía sostenida y ayudan a mantener la concentración y el buen ánimo durante el día. El arroz y la pasta, preferiblemente integrales; las tortillas de maíz; la papa, camote o yuca al vapor y horneados; e incluso el pan integral.
Estos carbohidratos deben ocupar el otro cuarto de tu plato.
Es importante que añadas grasas saludables, pues estas cumplen con funciones vitales como proteger los órganos y ayudar a absorber las vitaminas. Entre las opciones que puedes elegir está el aceite de oliva, el aguacate, las semillas de chía o frutos secos e incluso el pescado grado como el salmón o la sardina.

Es importante que planees tus comidas, organiza ideas para dos o tres días, así evitarás en la improvisación o en comer alimentos poco saludables.
Aprovecha todo lo que tienes en casa, incluso aquellos alimentos que sobraron de otros platos.
Es importante que esta alimentación balanceada la acompañes con una buena hidratación, tomando siempre agua y evitando los refrescos o jugos azucarados.
Como tips extra, varía en los colores de tu plato. Un plato colorido suele ser un plato nutritivo, porque cada color le aporta a tu cuerpo antioxidantes.