

Durante nuestra vida laboral experimentamos momentos de mucho trabajo, que pueden llegar a ser muy emocionantes, pero a su vez abrumadores.
Llega un momento donde las agendas se llenan, las exigencias aumentan y los retos son cada vez más intensos.
Sin embargo, es importante aprender a mantener la calma en medio de estas jornadas, pues solo la tranquilidad nos permitirá cumplir con todas las obligaciones. Además, tómalo como un acto de autocuidado. Aprende a cultivar una mente serena, que te permite disfrutar cada reto del presente.
Para lograrlo, te aconsejamos los siguientes pasos:
Renunciar es una buena opción. Pero no hablamos de renunciar a tu trabajo, sino de renunciar al perfeccionismo o al querer hacer tú mismo todas las obligaciones. En momentos de alta demanda laborar, no busques sobresalir o destacarte entre los demás, busca lograr, en equipo, los objetivos trazados, esto te conllevará a delegar obligaciones o a no aceptar nuevas responsabilidades.
Aceptar que tú solo no puedes con todo está bien, es liberador para ti. Ahora bien, la pregunta que te debes hacer es ¿Qué tareas son realmente importantes y que no puedes delegar? Esas indispensablemente las realizarás tú. Pero todas aquellas que pueden ser realizadas por alguien más, delégalas. Prioriza la esencial y aprende a posponer lo opcional.

Detenerte por unos minutos, en medio del ritmo acelerado que estás teniendo, es una necesidad. Tener pausas conscientes te permitirán descansar la mente y el cuerpo, restablecer tu equilibrio y respirar un poco.
Algunas opciones para esas pausas conscientes con: cerrar los ojos y respirar tres veces seguidas, de manera profunda, inhalando por la nariz y exhalando por la boca; también puedes estirar los hombros, cuello y espalda o simplemente salir a caminar un poco, sin mirar el teléfono, con la mente despejada. Mínimo cinco minutos, te ayudarán a recargarte de energía.
Por más responsabilidades que tengas, nunca descuides hábitos básicos para el buen funcionamiento de tu cuerpo, como lo son dormir muy bien, comer sanamente y en el horario adecuado y estar siempre bien hidratado. Ten en cuenta siempre que el cuerpo es la base sobre la que descansa nuestra estabilidad emocional.
A pesar de las obligaciones, trata de no interrumpir tu rutina de sueño habitual. No descuidar los alimentos que tu cuerpo necesita, quizá no te alcance el tiempo para una preparación compleja, por eso una buena opción es tener a la mano alimentos ligeros y muy nutritivos.
Finalmente, no te olvides de mover tu cuerpo, al menos 10 minutos al día, con estiramientos o caminatas, no necesitas asistir a un gimnasio todos los días para moverte.

Aunque no lo creas, decir NO es la herramienta más poderosa que tienes para estar en calma. Muchas veces aceptamos compromisos, por temor a decir NO, o por miedo a decepcionar a la otra persona, aun cuando esos nuevos compromisos terminen por agotarte física y mentalmente.
Aprende a poner límites. Aprende a decir sin miedo NO, porque el tiempo que tengo, lo voy a dedicar a mi mismo.
No se trata de ser egoísta, se trata de aprender a cuidar tu energía, tanto física como mental.
Por más abrumado que te encuentres, aprende a agradecer por todo lo que está pasando a tu alrededor y que quizá no estás valorando: tener salud, tener un empleo, estar con tu familia, tener tu propia casa, carro, etc.
Agradecer antes de irte a dormir, es una manera muy especial de decirle a tu cuerpo, que a pesar del cansancio que esté sintiendo, todo ha valido la pena. Esto te brindará una perspectiva más amplia y compasiva de los retos que debas enfrentar al siguiente día.

Es necesario que te aprendas a desconectar. Por más responsabilidades que tengas pendientes, desconectarte es una forma sana de cuidar de ti y de los tuyos. A eso puedes llamarlo tiempo de calidad, contigo mismo, con tu familia, con tus amigos. Necesario para tu salud física y mental.