Por Daniela Galeano | Mentora & speaker
Hablar de mujeres, es marcar de entrada la clasificación de llevar el universo dentro. Así somos, muy diferentes.
Nos crearon con dolor, el ideal de ser como los hombres y no porque abiertamente se hable o se acepte ese “ideal”, sino por la manera en que nos hemos comportado y nos han enseñado a serlo. Así que, si conectas con esto que menciono, quédate porque hablaremos a profundidad del tema y si no es así, quédate con más razón porque este artículo es para ti.
Y para responderte ¿a qué me refiero con comportarnos como hombre?, quiero empezar diciéndote que el querer ser igual o competir con un hombre, es juzgarte a ti misma tal cual como juzgarías a un pez por la capacidad que tiene de trepar árboles… él es experto nadando.
Un día me decía una cliente en terapia: “Dani, me siento sin energías, sin sueños propios, no estoy haciendo lo que me gusta, pero trabajo y trabajo como si fuera mi ley”, yo le dije, “positivo para feminidad encarcelada”.
A lo largo de la historia de la humanidad, y en periodos de total supervivencia, por ignorancia, escasa evolución de la conciencia o cualquier otro motivo; solamente los hombres contaban con beneficios o derechos sociales, lo que generó con el tiempo una herida ancestral de inferioridad, comparación e insatisfacción entre las mujeres, desencadenando inconscientemente la necesidad de adoptar características muy propias de ellos, porque ser hombre y lo que tienen por fortalezas era lo valorado y apreciado durante muchos años.
Pero, volviendo con el caso de mi cliente, para ir al fondo de todo esto y contarte mi propia historia, te digo:
Los ritmos del hombre y la mujer son diferentes, el hombre posee una estructura muy definida. Por ejemplo, para ellos está muy bien el modo operandi de lunes a sábado trabajar, con descanso el domingo, su forma de ser es estructural definida ellos están regidos desde las normas, conceptos, por el hacer y su parte mental lógica, ¿está bien o mal? ninguna de las anteriores, es simplemente su habilidad y característica principal, en términos más profundos así fueron diseñados.
Mientras tanto, las mujeres fácilmente podemos descansar un lunes y tener un tope máximo de ingresos un domingo o un martes da igual, porque nuestro foco no fue puesto en el hacer de manera estructurada, fue puesto en el sentir, y desde ahí podemos elegir y decidir. Nuestro poder de creación no está encapsulado y mucho menos es cuantificable. De solo mencionarlo siento el poder de la inmensidad corriendo por todo mi cuerpo y es del que hoy les quiero hablar.
Nos preguntamos sobre el porqué de relaciones fallidas, el porqué de perseguir el dinero, el porqué de mi falta de salud o cuerpo deseado. Si huimos de la feminidad, de esa poderosa capacidad de intuir y de fluir, también huimos de las relaciones sanas y placenteras, de generar apertura a nuevas oportunidades y de tener una óptima energía, salud y belleza corporal.
Feminidad ha sido un término que hemos manchado con angustia, y con la necesidad de cambiar para que se vea “mejorcito”, ¿mejorcito para dónde?
Esa mujer fui yo, quien quiso mostrar por años quien no era, hasta que un día decidió ser stripper de su propia vida; liberándose de todo lo que NO era, ¡prenda por prenda!
Por contar algunos sucesos de mis ya casi 30 años de vida, yo no era, yo pretendía ser; dos maneras muy diferentes de vivir. En una te muestras en todo tu esplendor tal como eres. Y en la otra, te pones una máscara buscando ser “alguien más”, porque tienes una convicción que esta otra versión genera un mejor resultado, ¿te suena familiar?
Elegí una carrera universitaria por conveniencia social y mayor posibilidad de generar ingresos, y aunque hoy en día no la ejerzo, la agradezco porque siempre te llevas un gran aprendizaje y herramientas para la vida en cada paso de tu camino; en especial el amor y todo el empeño que puso mi madre para sacarla adelante. Sin embargo, claramente y para efectos de lo que les estoy contando no era lo que quería, priorice el deber ser antes que el ser.
En momentos de mi vida generé aislamiento de personas sin tener contacto cercano por buscar que me admiraran solo de lejos, pensando que si se me acercaban y me veían ser yo misma los iba a apartar; porque tal vez no cumplía con sus expectativas, en otro momento por no hacer lo que sentía sino lo que “debería” espere más de un año para decirle a un hombre que me encantaba y quería tener cerca, “si quiero ser tu novia”.
Cuanto miedo, cuantísimo miedo a quitarme la máscara y dejar ver mi esencia, mis talentos, mi parte más vulnerable y mágica, este comportamiento solo te puede llevar a una cárcel que te llena de soledad, de productividad sin sabor, de rechazo a ti misma.
Llego un día, un día maravilloso en que se cayó el velo de mis ojos y entendí, después de caídas y dolores y este es el mensaje que quiero que te lleves para ti, la fuente más grande de equivocación, inseguridad y frustración se logra pretendiendo ser un “actor”, memorizando libretos de vidas o roles ajenos, con lo fácil y fluido que es contar tu propia historia. La que ya es, la que ya conoces, la que te fluye, la que no te genera esfuerzo, hoy te digo vive la historia original, la Feminidad es ser y hacer caso a lo que dicta profundamente tu alma.
¡Ey Mujeres!, nos vemos en cualquier lugar del mundo disfrutando las mieles de ser fiel a ti misma! yo invito, ¡el universo paga!
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